Una odisea, algo épico. Son algunos de los calificativos que ha utilizado Manuel Espa, de la empresa constructora Audeca, encargada de la rehabilitación del Cargadero de Dícido, en Mioño, en la Jornada técnica que se ha celebrado esta mañana en el centro cultural La Residencia de Castr, y donde se han presentado tres ponencias sobre esta singular estructura, su contexto histórico y los aspectos técnicos del proceso de rehabilitación que han permitido conservar un elemento clave del patrimonio marítimo de cántabro.
Una recuperación de este Bien de interés cultural, declarado en 1996, que sido posible gracias al impulso político y administrativo del Ayuntamiento de Castro Urdiales y el apoyo del Gobierno de España con el 1,5% cultural y tras haber ejecutado una complicada obra de ingeniería.
La presentación de la jornada ha corrido a cargo de la Decana del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Cantabria, Jara Martínez Sánchez y Fernando Ruiz Ruiz de Gopegui, Director general de Fundación Caminos, que otorgó este año el premio accésit a la rehabilitación del cargadero, otorgado por la Fundación.
Joaquín Cárcamo, de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, ha hecho una aproximación histórica y de contexto del cargadero desde los primeros diseños proyectados en 1874 y encargados a la compañía belga Lecoq.
En la guerra civil el cargadero fue bombardeado en 1937 y después Altos Hornos lo compró y puso de nuevo en funcionamiento hasta los años 50.
Fue el ex Alcalde de Castro, natural de Mioño, Francisco de la Garma quien decidió apostar por este bien adquiriendo para el pueblo por una simbólica peseta.
Por su parte, el Director de obra de INES Ingenieros, Jóse Antonio Martín-Caro ha hecho una exposición técnica y patrimonial, poniendo el acento en la estructura del cargadero: «pura, perfecta y moderna», a la que no le sobre ningún elemento y eso es precisamente lo que ha condicionado y complicado la restauración.
Del cantilever ha dicho que «es un elemento singular» que marcó un nuevo ejemplo de construcción. No fue el primer cantilever de España pero si el primero que se proyectó con ingenieros españoles, con acero español y con un criterio de ingeniería moderno. Un elemento que permite explicar la evolución de la minería en Dícido de los últimos 150 años.
Martín-Caro también ha hablado de cómo el cargadero ha modelado el paisaje en el que se asienta y cómo no reconoceríamos el entorno si desapareciese.
Su intervención se ha centrado en las singularidades de intervención en la obra pública y del reto que ha supuesto la actuación en el cargadero.
Manuel Espa, de la empresa constructora AUDECA ha hablado de los retos en la ejecución de los trabajos de una estructura cuyo mayor enemigo habían sido «los años de abandono y la acción del mar que lo habían dejado al borde del colapso».
Espa se ha centrado, mostrándo documentos gráficos, en los retos logísticos y la aplicación de ingeniería creativa ante la imposibilidad de introducir maquinaria pesada en la zona, teniendo que utilizar carretones y mesas móviles para poder llevar las cargas.
Ha sido «una reconstrucción de un gigante del siglo XIX con técnicas de la Edad Media utilizadas en las catedrales góticas», con poleas y polipastos.
En las distintas etapas de reconstrucción se han utilizado andamios aligerados y soldaduras singulares en un proceso de obra donde «entrar y salir en la estructura era muy complicado». Se han empleados 15.000 tornillos. Todo un reto con un resultado muy gratificante y con unas facilidades dadas a la empresa constructora y dirección de obra que no suelen ser habituales en la obra pública, tal y como se ha destacado hoy.
Finalmente, la Alcaldesa de Castro Urdiales, Susana Herrán, ha cerrado esta jornada destacando la relevancia de este Bien de interés cultural «por su atractivo turístico y medioambiental de la zona. Todo un emblema de lo que supuso el conjunto de actuaciones mineras en Mioño y Castro Urdiales y por ser un monumento único y singular».
Igualmente, ha puesto de relieve la «necesidad imperiosa» que había de restaurar este monumento, proceso que arrancó en 2019, y resaltar la importancia que esta infraestructura supone en la historia industrial y el patrimonio minero de Castro Urdiales, «por lo que era una obligación trabajar para la conservación de este Bien de Interés Cultural». Algo que se ha podido hacer con la ayuda del 1,5% cultural del Ministerio de Transportes, movilidad y agenda urbana que ha aportado cerca de 1,5 millones de euros y la aportación del Ayuntamiento cercana a los 900.000. Todo ello, tras un proceso administrativo extenso.
La Alcaldesa ha añadido como cierre que se sigue trabajando para poder mejorar los accesos al cargadero, «para dar seguridad
y estabilidad a este Bien de Interés Cultural, un complemento perfecto para la realización de la acometida integral del cargadero de mineral». Se invertirán 300.000 euros.

































