Arte, alta tecnología y ciencia se fusionan en esta nueva exposición, que constituye un viaje por el mundo natural a escala submilimétrica. Benson, fascinado desde siempre por la frontera entre lo que vemos y lo que no, logra imágenes imponentes y reveladoras de la vida que es invisible a los ojos.
El autor ha usado un microscopio electrónico de barrido del Canadian Museum of Nature de Ottawa y ha logrado dar la vuelta a los usos de esta tecnología, que hasta ahora había estado al servicio de la ciencia. Benson la utiliza ahora para crear arte en forma de 36 imágenes digitales en blanco y negro, minuciosamente procesadas y ensambladas, que retratan la complejidad de la flora y la fauna.
En las imágenes pueden verse, por ejemplo, las estructuras de las diatomeas, un grupo de algas unicelulares que constituye uno de los tipos más comunes de fitoplancton. Las diatomeas absorben cada año entre 10.000 y 20.000 millones de toneladas de dióxido de carbono y son responsables de entre el 20 y el 50 % del oxígeno total que penetra anualmente en la atmósfera terrestre.
Del mismo modo, pueden conocerse de cerca los radiolarios, un tipo de zooplancton que se encuentra en todos los océanos del planeta y que presenta un esqueleto casi siempre compuesto de sílice y de formas geométricas similares a poliedros regulares.
La relación de los insectos con las plantas también atrae la atención y el foco de Benson. En la exposición puede verse con detalle un insecto tan pequeño como es el pulgón, que mide entre 1 y 3 milímetros, y del cual llegamos a ver incluso el estilete, que utiliza para perforar las plantas y extraer nutrientes. Asimismo, se pueden observar los palpos, apéndices vellosos de las mariposas, que les ayudan a saborear la comida para determinar si es comestible, o los ojos y las antenas de una abeja, así como las alas de una libélula, que le permiten alcanzar velocidades entre 35 y 54 km/h.